Gatekeeping

Gatekeeping

Gatekeeper es un término en inglés que, aunque originalmente se refiere simplemente a guardián de una puerta, se ha puesto muy de moda en los últimos años para referirse a la gente que no quiere ayudar a los novatos en su campo o que no quiere compartir su conocimiento. Me han llamado esto (con otras palabras) unas cuantas veces. Ya que es un debate que se está extendiendo bastante por redes sociales vamos a ver qué pasa con esto y las danzas clásicas indias.

El sistema tradicional de transmisión de conocimiento en India se llama Guru–shishya Paramparā, la transmisión de maestro/a a alumno/a de forma directa. Este sistema requiere fe, confianza en que tu maestro desea lo mejor para ti y disciplina. Si no confías en tu maestro, no va a funcionar, si tu maestro no confía en ti, no va a funcionar, si no confías en el conocimiento tradicional, no va a funcionar. No creo que exista el guru perfecto porque no creo que existan los humanos perfectos, pero en mi experiencia personal quedarse con un profesor en quien no confías, a la larga, sólo trae problemas.

¿Por qué nos acusan a menudo de no querer compartir lo que hemos aprendido? He tenido esta conversación cien veces con compañeros y compañeras que han ido a India a estudiar danza, música o yoga: la mayoría de los estudiantes no tiene paciencia. Es bonito hacer de puente entre culturas y me siento honrada, pero también nos encontramos en una posición muy incómoda. En India se nos exige obediencia ciega, llegar a clase antes de tiempo aunque sepa que mi profesor/a va a llegar tarde o incluso no va a venir, no saber si esas semanas se va a trabajar lo que yo necesito o va a haber ensayos y estaré sentada mirando, si hay invitados que quieren grabar o hacer fotos la clase se para, si la compañía se ha ido de gira llegamos a clase y nos han dejado un CD, no vas a acabar esta coreografía porque han venido estudiantes que son más importantes que tú, o han llegado principiantes que van a pagar más y tienes que dejar lo tuyo para darles clase… En India vivimos todo eso y más, también experiencias maravillosas por las que estaré eternamente agradecida, pero la realidad es que a los estudiantes occidentales nos impacta mucho este caos. ¿Quién decide lo que aprendo? Pues en una situación ideal (que yo vivo ahora mismo pero no ha sido así en el pasado) hablo con mi profesor y mi guru y pensamos qué piezas de las que me gustan se corresponden con mi nivel en ese momento.

Volvemos a Europa y la situación es otro impacto: el cliente siempre tiene la razón. El sistema capitalista no cuadra muy bien con eso de la parampara: publicidad, vídeos, fotos, contenido atractivo… El mundo académico tiene sus planes de estudio, sus diplomas. En India la danza y la música clásicas también están regladas, con sus temarios, exámenes y títulos, y es común que se cursen de forma paralela a tener un/a guru y estudiar en su casa o escuela privada. Cuando nosotros/as volvemos a nuestro país no tenemos esa estructura que nos respalde, ni estoy titulada ni soy india y me va a costar mucho más que se respete mi autoridad. Hay mucha más oferta de clases que demanda por parte de público que quiera estudiar disciplinas complicadas y culturalmente ajenas, depender económicamente de las clases convierte al discípulo en cliente y cambia la dinámica.

¿Hay gente a la que no he querido enseñar? Sí. Hay quien ha considerado que soy egoísta y arrogante, que me creo que el Odissi me pertenece. La cuestión es que no me pertenece a mí, pero sí le pertenece a los oriyas, especialmente a los bailarines y bailarinas, y si me transmiten unas reglas las cumplo, por respeto y porque además comprendo por qué esas reglas existen. Otra cuestión es la mía personal, que si a mí me ha costado más de mil euros, y hasta 3 meses en India lejos de mi gente y mi vida aprender cada coreografía, no me gusta que me presionen para que las enseñe en pocas horas, online o incluso copiando vídeos («lo he aprendido de un vídeo pero no sé lo que significa, explícamelo», «lo he aprendido de un vídeo y no era tan difícil pero quiero que me mandes la música», etc. son conversaciones reales que he vivido). Se me ha dicho mucho que soy tonta por no hacer fusiones, por no enseñar coreografías completas en talleres, por no enseñar coreografías online, por no vender la joyería y trajes a gente que no estudia Odissi, etc. Durante la pandemia muchos profesores y profesoras indios enseñaron online coreografías complicadas que hasta entonces se habían reservado sólo a alumnos de nivel avanzado. El hecho de que ante la extrema dificultad económica de ese tiempo se vendiera lo que nunca se había querido vender así me parece comprensible, está obviamente antes la supervivencia de los artistas que la excelencia artística, pero es una carta blanca que no puede aplicarse a otras circunstancias. Yo pude permitirme el lujo de no vender mis principios y los de mis maestros porque mi situación era otra.

No somos tontos ni tontas, no se nos dan mal los negocios, es que no estamos de acuerdo. En esta era de la inmediatez todo el mundo quiere ser un experto en un fin de semana, pero lo valioso no se puede conseguir así. Una vez tuve una discusión con otra profesora de danza que insistía en que sería mejor si «diésemos a la gente lo que quieren» enseñando coreografías completas en talleres de iniciación, porque así la gente bailaría en eventos, harían las danzas indias más conocidas y nosotras tendríamos más negocio. Conozco escuelas que funcionan con un sistema piramidal de clases y de promoción. No creo que ese sistema sea justo con nadie, pero especialmente con el alumnado. Es difícil poner en perspectiva lo que sabemos, comparada con gente que no baila o que acaba de empezar, yo soy una experta. Comparada con todos mis compañeros y compañeras indias yo soy un bebé. A nadie le gustaría pensar que lo está haciendo maravillosamente y que la realidad sea que eso de lo que estoy tan orgullosa lo estoy haciendo mal, que si no sé suficiente técnica y doy clase las alumnas se pueden lesionar, que en Odisha se sienten ofendidos con lo que estoy haciendo, etc. etc. situaciones que se dan demasiado a menudo.

¿Quién decide lo que enseño? ¿Quién decide a quién se lo enseño? Pues en parte yo, respecto a mis años de experiencia, en parte mis maestros porque lo hablo con ellos. «¿Cuándo me vas a enseñar a bailar X?» Pues cuando tú estés preparada y yo tenga permiso. Hay coreografías que aún estoy digiriendo, lo las voy a enseñar, no estoy preparada, y no es que las quiera sólo para mí ni nada parecido.

A veces hay bailarinas de otras disciplinas que quieren saltarse el nivel de iniciación y asistir a clases y talleres más avanzados porque «lo cojo muy rápido». Eso seguramente sea verdad, pero no es lo mismo aprender rápido y haberlo aprendido ya. Las danzas son como idiomas, si sabes varios vas a aprender más rápido, pero cómo vas a escribir poemas si no sabes el alfabeto. Si no te admito en una clase avanzada no es porque me dé miedo que avances rápido y me hagas la competencia, es que es mejor para ti. Yo empecé a bailar en un nivel más avanzado que el mío porque no había nivel iniciación y fue una pérdida de tiempo, de dinero y de ilusión, tardé muchos años en eliminar los errores que había memorizado.

Es posible que un profesor te haya cogido manía. Es posible que no quiera enseñarte rápido para que no le alcances. Es mucho más probable que esté siendo honesto/a. Recordad que es increíblemente fácil imprimir diplomas, organizar festivales y cobrar por el vestuario, enseñar lo que la gente quiere aprender, admitir a todo el mundo en cualquier nivel, enseñar coreografías online, etc. Si el Odissi se popularizase como el yoga, cuyo sistema de aprendizaje es como el nuestro, habría escuelas en todas las ciudades, impartiría formaciones de profesoras, festivales, talleres… Ojalá, bailaríamos más y mejor, viajaría más, tendría más dinero para ir a India, para aprender más, para mil cosas, pero no se dan las circunstancias y no voy a estafar a nadie.

Si os decimos que hay que aprender despacio es por vosotros y vosotras.

De repente llega un día en que eso que jamás pensaste que podrías hacer te sale solo y eres absolutamente feliz, lo prometo.