Por la danza he tenido que sacrificar muchas cosas en mi vida. Pocas veces fue una decisión consciente. Dejé de lado relaciones personales, mis estudios en arqueología, inversiones económicas, otras aficiones…
El Odissi me quitó seguridad en mí misma, mira que lo intentaba una y otra vez, sigo ganándome infinitas correcciones. Nunca está suficientemente bien. Me trae mucha frustración. Dejé a la gente que me quiere mucho tiempo. Por aprender he sufrido madrugones, picaduras, infecciones, heridas en los pies, me han hecho esperar horas y horas, basura en la calle, insectos en mi cama, más cortes en los pies, ¡piojos! Por aprender he sufrido las mayores tomaduras de pelo, he sido víctima de mis propias paranoias.
El Odissi me dio humildad, y me dio un amor propio más justo. Hay un camino infinito de perfeccionamiento frente a mí. Si algún día no tuviera nada más que aprender, no hubiera más retos, qué día tan triste sería. Lo puedo hacer mejor. Lo debo hacer mejor. La danza me ha hecho cruzarme con personas increíbles. Las bailarinas son tan valientes. Confío en el trabajo de quienes recorrieron este camino antes y de quienes lo hacen conmigo de la mano, y la confianza me da paz. El Odissi me ha dado a mi cuerpo. Jamás había tenido un cuerpo tan fuerte ni había sido tan consciente de que soy yo quien lo gobierna. El Odissi me ha dado más personalidades, más energías diferentes, me ha dado disciplina y control sobre mi mente. Ser bonita o no, en realidad no tiene importancia. Por un momento puedo ser Belleza. Empiezo a entender lo que es dar, ofrecer dulces y flores que de todos modos se marchitarán a la preciosa y sonriente cara de Jagannath. La danza es movimiento hermoso que se ofrece y desaparece al detenernos. Ya no pretendo coleccionar más que belleza efímera, y entender la maravilla de lo fugaz al final es entender la vida. El Odissi me ha dado vida.
Gracias a todos por ayudarme a entender.